lunes, 4 de junio de 2012


EXTRACTADO DE:
LA SITUACION ACTUAL Y NUESTRAS TAREAS
Mao Tse Tung
Tomo IV, págs. 159-80.

IV
    La retaguardia del Ejército Popular de Liberación es hoy mucho más sólida que hace dieciocho meses. Esto se debe a que nuestro Partido, colocándose resueltamente del lado de los campesinos, ha realizado la reforma agraria. Durante la Guerra de Resistencia contra el Japón, a fin de formar con el Kuomintang un frente único antijaponés y unirse con todos los que entonces podían aún oponerse al imperialismo japonés, nuestro Partido cambió, a iniciativa propia, la política de preguerra, que consistía en confiscar la tierra de los terratenientes y distribuirla entre los campesinos, por la política de reducción de los arriendos y los intereses. Esto fue absolutamente necesario. Después de la rendición del Japón, los campesinos reclamaban con insistencia la tierra, y nosotros decidimos a tiempo cambiar nuestra política agraria, substituyendo la reducción de los arriendos y los intereses por la confiscación de la tierra de la clase terrateniente para su distribución entre los campesinos. Este cambio lo señala la directiva expedida el 4 de mayo de 1946 por el Comité Central de nuestro Partido[3]. En septiembre de 1947, el Partido celebró la Conferencia Agraria Nacional y elaboró las Disposiciones Generales de la Ley Agraria China[4], que se aplicaron con prontitud en todas las regiones. Esta medida no sólo reafirmó la política formulada en la "Directiva del 4 de mazo" del año pasado, sino que también rectificó en forma explícita cierta inconsecuencia contenida en ella. Las Disposiciones Generales de la Ley Agraria establecen la distribución por igual de la tierra per capita [5], distribución basada en el principio de abolir el sistema agrario de explotación feudal y semifeudal y de poner en práctica el sistema de la tierra para el que la trabaja. Este es un método para abolir, en la forma más radical, el sistema feudal; corresponde plenamente a las exigencias de las amplias masas campesinas de China. A fin de realizar la reforma agraria de manera resuelta y radical, es necesario organizar en las aldeas, como organismos legales para la realización de la reforma agraria, no sólo asociaciones campesinas del más amplio carácter de masas -- que abarquen asalariados agrícolas; campesinos pobres y campesinos medios -- y los comités por ellas elegidos, sino, ante todo, ligas de campesinos pobres compuestas por campesinos pobres y asalariados agrícolas y los comités por ellas elegidos, y estas ligas de campesinos pobres deben ser la columna vertebral de dirección en todas las luchas en el campo. Nuestra política consiste en apoyamos en los campesinos pobres y unimos sólidamente con los campesinos medios a fin de abolir el sistema de explotación feudal y semifeudal practicada por la clase terrateniente y los campesinos ricos de viejo tipo. A un terrateniente o a un campesino rico no se le adjudicarán más tierra y bienes que a un campesino. Sin embargo, no hay que repetir la errónea política ultraizquierdista, aplicada en 1931-1934, de "nada de tierra a los terratenientes y tierras malas a los campesinos ricos". Aunque la proporción de los terratenientes y campesinos ricos en la población rural varía de un lugar a otro, llega generalmente sólo a alrededor del e por ciento (calculado por familias), mientras que sus tierras, por lo común, abarcan del 70 al 80 por ciento del total. Por tanto, son muy pocos aquellos contra quienes va dirigida nuestra reforma agraria, mientras que en las aldeas el número de personas (o de familias) que pueden y deben participar en el frente único por la reforma agraria alcanza la elevada proporción de más del 90 por ciento. Aquí deben observarse dos principios fundamentales. Primero, hay que satisfacer las demandas de los campesinos pobres y de los asalariados agrícolas: ésta es la tarea fundamental de la reforma agraria. Segundo, hay que unirse firmemente con los campesinos medios y guardarse de perjudicar sus intereses. Siempre que nos atengamos a estos dos principios básicos, podremos sin duda cumplir con éxito nuestras tareas en la reforma agraria. La razón por la cual, según el principio de la distribución por igual, la tierra excedente y parte de los bienes de los campesinos ricos de viejo tipo serán entregadas para su distribución, reside en que los campesinos ricos de China tienen generalmente, y en un alto grado, el carácter de explotadores feudales y semifeudales; en su mayoría dan en arriendo tierras y practican la usura, y emplean la mano de obra en condiciones semifeudales[6]. Además, como los campesinos ricos poseen más y mejores tierras[7], las demandas de los campesinos pobres y asalariados agrícolas no pueden satisfacerse a menos que se distribuyan estas tierras. Sin embargo, de acuerdo con las Disposiciones Generales de la Ley Agraria, se tratará generalmente a los campesinos ricos en forma distinta que a los terratenientes. En la reforma agraria, los campesinos medios aprueban la distribución por igual porque ésta no perjudica sus intereses. En la distribución por igual, la tierra de un sector de los campesinos medios permanece sin cambio y la de otro sector aumenta; sólo el sector de los campesinos medios acomodados tiene un poco de tierra excedente, y está dispuesto a entregarla para la distribución porque entonces se le hará más liviana la carga del impuesto territorial. A pesar de eso, al realizar la distribución por igual de la tierra en los diferentes lugares, es necesario prestar atención a las opiniones de los campesinos medios y hacerles concesiones si no están de acuerdo. Durante la confiscación y distribución de la tierra y de los bienes de la clase feudal, hay que tomar en consideración las necesidades de algún sector de los campesinos medios. Al determinar la pertenencia de clase, es preciso cuidarse de no cometer el error de clasificar como campesinos ricos a los que son, en realidad, campesinos medios. Hay que incorporar a los elementos activos del campesinado medio en el trabajo de los comités de las asociaciones campesinas y de la administración local. Al repartir las cargas del impuesto territorial y del apoyo al frente, debe observarse el principio de equidad y justicia. Estas son las medidas políticas concretas que nuestro Partido debe adoptar al llevar a cabo su tarea estratégica de unirse sólidamente con los campesinos medios. El Partido en su conjunto debe comprender que la reforma radical del sistema agrario es una tarea fundamental de la revolución china en su presente etapa. Si podemos resolver en todas partes y a fondo el problema agrario, habremos alcanzado la condición primordial para vencer a todos nuestros enemigos.
V
    A fin de llevar a cabo resueltamente y a fondo la reforma agraria y consolidar la retaguardia del Ejército Popular de Liberación, es necesario educar y reorganizar las filas del Partido. El movimiento de rectificación[8] dentro del Partido durante la Guerra de Resistencia contra el Japón dio, en conjunto, resultados positivos. Estos resultados residen principalmente en el hecho de que los organismos dirigentes y gran número de cuadros y de miembros del Partido asimilaron mejor nuestra orientación fundamental, que consiste en unir la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución china. A este respecto, nuestro Partido ha dado un gran paso adelante en comparación con las etapas históricas anteriores a la Guerra de Resistencia. Sin embargo, en las organizaciones locales del Partido, especialmente en las organizaciones de base en el campo, aún no se ha resuelto el problema de eliminar la impureza en la composición de clase de nuestras filas y en nuestro estilo de trabajo. Durante once años, de 1937 a 1947, el número de miembros de nuestro Partido ha crecido de varias decenas de millares a 2.700.000. Esto es un salto adelante muy grande. Ha convertido a nuestro Partido en el partido más poderoso que se haya conocido en la historia de China. Nos ha permitido derrotar al imperialismo japonés, rechazar las ofensivas de Chiang Kai-shek, dirigir las regiones liberadas con una población de más de cien millones y dirigir al Ejército Popular de Liberación compuesto de dos millones de hombres. Sin embargo, junto a ello, han surgido también deficiencias. Un buen número de terratenientes, campesinos ricos y elementos hampones han aprovechado la ocasión para infiltrarse en nuestro Partido. En las zonas rurales, tienen en sus manos cierto número de organizaciones del Partido, de organismos gubernamentales y de organizaciones populares, abusan tiránicamente de su poder, cometen atropellos contra el pueblo, desfiguran la política del Partido, y aíslan así estas organizaciones de las masas e impiden la realización radical de la reforma agraria. Esta grave situación nos coloca frente a la tarea de educar y reorganizar las filas de nuestro Partido. No podremos avanzar en el campo a menos que cumplamos esta tarea. La Conferencia Agraria Nacional del Partido discutió a fondo este problema y estableció las medidas y métodos apropiados. Dichas medidas y métodos, junto con la decisión de distribuir por igual la tierra, se aplican ahora con firmeza en todas partes. Lo primero y más importante es desarrollar la crítica y la autocrítica en el Partido y poner plenamente al descubierto las ideas erróneas y los fenómenos graves que existen en las organizaciones locales y que constituyen una desviación de la línea del Partido. Todos los miembros del Partido deben comprender que un eslabón decisivo para la resolución del problema agrario y para el apoyo a una guerra de larga duración es la eliminación de la impureza en el Partido y la educación y reorganización de sus filas, de manera que el Partido pueda marchar en una misma dirección con las más amplias masas trabajadoras y conducirlas adelante.
VI
    Confiscar la tierra de la clase feudal y entregarla a los campesinos; confiscar el capital monopolista, cuyos cabecillas son Chiang Kai-shek, T. V. Soong, H. H. Kung y Chen Li-fu, y entregarlo al Estado de nueva democracia; proteger la industria y el comercio de la burguesía nacional: éstos son los tres principios cardinales del programa económico de la revolución de nueva democracia. Durante los veinte años de su dominación, las cuatro grandes familias -- Chiang, Soong, Kung y Chen -- han amasado enormes fortunas que alcanzan de diez a veinte mil millones de dólares norteamericanos, y han monopolizado las arterias vitales de la economía del país. Este capital monopolista; combinado con el Poder del Estado, se ha convertido en el capitalismo monopolista de Estado. Este capitalismo monopolista, estrechamente vinculado al imperialismo extranjero y a la clase terrateniente y los campesinos ricos de viejo tipo del país, se ha convertido en el capitalismo monopolista estatal, comprador y feudal. Tal es la base económica del régimen reaccionario de Chiang Kai-shek. Dicho capitalismo monopolista de Estado oprime no sólo a los obreros y campesinos, sino también a la pequeña burguesía urbana, y perjudica a la burguesía media. Alcanzó la cúspide de su desarrollo durante la Guerra de Resistencia y después de la rendición del Japón; ha preparado suficientes condiciones materiales para la revolución de nueva democracia. Este capital se llama corrientemente en China capital burocrático; y esta clase capitalista, conocida con el nombre de clase capitalista burocrática, es la gran burguesía de China. Además de abolir los privilegios del imperialismo en China, la tarea de la revolución de nueva democracia es eliminar en el país la explotación y opresión ejercidas por la clase terrateniente y la clase capitalista burocrática (la gran burguesía), liquidar las relaciones de producción compradoras y feudales y liberar las fuerzas productivas encadenadas. La capa superior de la pequeña burguesía y la burguesía media, oprimidas y lesionadas por la clase terrateniente y la gran burguesía, así como por el Poder estatal de ambas, pueden tomar parte en la revolución de nueva democracia o permanecer neutrales, aunque ellas mismas sean burguesas. No tienen lazos, o tienen relativamente pocos, con el imperialismo y constituyen la genuina burguesía nacional. Dondequiera que se extienda el Poder estatal de nueva democracia, éste debe protegerlas con firmeza, sin la menor vacilación. En las regiones dominadas por Chiang Kai-shek, entre la capa superior de la pequeña burguesía y entre la burguesía media, hay un pequeño número de personas, elementos del ala derecha de estas clases, que poseen tendencias políticas reaccionarias; esparcen ilusiones acerca del imperialismo norteamericano y la camarilla reaccionaria de Chiang Kai-shek y se oponen a la revolución democrática popular. Mientras las tendencias reaccionarias de estos elementos puedan afectar a las masas, debemos desenmascararlos ante los que estén bajo su influencia política, combatir esta influencia y liberar a las masas de ella. Pero combatir políticamente y aniquilar económicamente son dos cosas diferentes; si las confundimos, cometeremos errores. La revolución de nueva democracia tiene por objetivo liquidar solamente el feudalismo y el capitalismo monopolista, solamente la clase terrateniente y la clase capitalista burocrática (la gran burguesía), y no el capitalismo en general, ni la capa superior de la pequeña burguesía ni la burguesía media. En vista del atraso económico de China, incluso después de la victoria de la revolución en todo el país, será todavía necesario permitir, durante un largo período, la existencia del sector capitalista representado por la extensa capa superior de la pequeña burguesía y por la burguesía media. En correspondencia con la división del trabajo en la economía nacional, será necesario aún cierto desarrollo de todos los elementos de este sector capitalista que sean beneficiosos para la economía nacional. Dicho sector capitalista constituirá todavía una parte indispensable en el conjunto de la economía nacional. La capa superior de la pequeña burguesía aquí mencionada está formada de los pequeños industriales y comerciantes que emplean obreros o dependientes. Además, existe también un gran número de pequeños artesanos y comerciantes independientes que no emplean obreros o dependientes; estos pequeños artesanos y comerciantes, no hay ni que decirlo, deben ser protegidos firmemente. El Estado de nueva democracia poseerá, después de la victoria de la revolución en todo el país, inmensas empresas estatales confiscadas a los capitalistas burocráticos, empresas que controlan las arterias vitales de la economía del país; además de eso, habrá entonces una economía agrícola liberada del feudalismo, la que, si bien permanecerá en lo fundamental dispersa e individual durante un tiempo bastante largo, podrá ser más tarde conducida gradualmente a desarrollarse por el camino de la cooperación. En tales circunstancias, la existencia y desarrollo de estos sectores capitalistas pequeños y medios no presentará ningún peligro. Lo mismo puede decirse de la economía del campesinado rico de nuevo tipo, que inevitablemente surgirá en las zonas rurales después de la reforma agraria. Con respecto al sector de la economía representado por la capa superior de la pequeña burguesía y por la burguesía media, sería totalmente inadmisible reincidir en la errónea política ultraizquierdista que adoptó nuestro Partido de 1931 a 1934 (imponer condiciones de trabajo demasiado exigentes, establecer excesivas tasas de impuestos sobre la renta, perjudicar los intereses de los industriales y comerciantes durante la reforma agraria, y adoptar como objetivo el llamado "bienestar de los trabajadores", concepto miope y unilateral; en vez de proponerse el objetivo de desarrollar la producción, de promover la prosperidad económica, de dar la debida consideración a los intereses públicos y privados a la vez y de beneficiar tanto al trabajo como al capital). Repetir tales errores lesionaría sin duda a los intereses de las masas trabajadoras y del Estado de nueva democracia. Una de las cláusulas de las Disposiciones Generales de la Ley Agraria de China establece: "La propiedad y las actividades legales de los industriales y comerciantes serán protegidas contra todo perjuicio." Por "industriales y comerciantes" se entiende a todos los pequeños artesanos y comerciantes independientes, así como a todos los elementos capitalistas pequeños y medios. En resumen, la estructura económica de la Nueva China constará de: 1) la economía estatal, que es el sector dirigente; 2) la economía agrícola, en desarrollo gradual de individual a colectiva, y 3) la economía de los pequeños artesanos y comerciantes independientes y la del capital privado pequeño y medio. Estas constituyen el conjunto de la economía nacional de nueva democracia. Los principios que rigen la economía nacional de nueva democracia deben ajustarse estrechamente al objetivo general de desarrollar la producción, promover la prosperidad económica, dar la debida consideración a los intereses públicos y privados a la vez y beneficiar tanto al trabajo como al capital. Todo principio, política o medida que se aparte de este objetivo general es erróneo. 

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