lunes, 21 de noviembre de 2011

EL VIEJO TONTO QUE REMOVIO LAS MONTAÑAS - Mao


Mao Tse-tung
EL VIEJO TONTO QUE REMOVIO LAS MONTAÑAS

De las Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS PEKIN 1972
 Primera edición 1968 (2a impresión 1972)
Tomo III, págs. 281-84.



pág. 281

EL VIEJO TONTO QUE REMOVIO  LAS MONTAÑAS
    Discurso de clausura pronunciado por el camarada Mao Tse-tung ante el VII Congreso Nacional del Partido Comunista de China.

11 de junio de 1945
 
    Hemos celebrado un congreso muy fructífero. Hemos hecho tres cosas. Primera, determinamos la línea de nuestro Partido, que consiste en movilizar audazmente a las masas y robustecer las fuerzas populares a fin de que, bajo la dirección del Partido, derroten a los agresores japoneses, consigan la liberación de todo el pueblo y construyan una China de nueva democracia. Segunda, aprobamos los nuevos Estatutos del Partido. Tercera, elegimos el organismo dirigente del Partido: el Comité Central. De ahora en adelante, nuestra tarea es dirigir a todo el Partido en la aplicación de su línea. El nuestro ha sido un congreso de victoria, un congreso de unidad. Los delegados han formulado excelentes observaciones sobre los tres informes. Muchos camaradas se han hecho autocrítica; partiendo del afán de unidad, se ha logrado la unidad mediante la autocrítica. Este Congreso ha sido un modelo de unidad, de autocrítica y de democracia interna del Partido.
    Clausurado el Congreso, muchos camaradas regresarán a sus puestos de trabajo o partirán para los diversos frentes de batalla. Adondequiera que vayan, camaradas, deben divulgar la línea del Congreso y, por intermedio de los militantes del Partido, explicarla a las grandes masas populares.
    Al divulgar la línea del Congreso, nos proponemos infundir a todo el Partido y a todo el pueblo la convicción de que la revolución triunfará. Ante todo, debemos elevar la conciencia política de la vanguardia, de modo que sea resuelta, no tema ningún sacrificio y supere todas las dificultades para conquistar la victoria. Pero esto no basta; también debemos despertar la conciencia política de las grandes masas 

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 populares de todo el país para que, voluntariamente y de buen grado, luchen junto con nosotros por la victoria. Debemos inflamar a todo el pueblo con la convicción de que China pertenece al pueblo chino y no a los reaccionarios. Hay una antigua fábula china llamada "El Viejo Tonto que removió las montañas". Cuenta que hace mucho tiempo vivía en el Norte de China un anciano conocido como el Viejo Tonto de las montañas del Norte. Su casa miraba al Sur, y frente a ella, obstruyendo el paso, se alzaban dos grandes montañas: Taijang y Wangwu. El Viejo Tonto decidió llevar a sus hijos a remover con azadones las dos montañas. Otro anciano, conocido como el Viejo Sabio, los vio y, riéndose, les dijo: "¡Qué tontería! Es absolutamente imposible que vosotros, siendo tan pocos, logréis remover montañas tan grandes." El Viejo Tonto respondió: "Después que yo muera, seguirán mis hijos; cuando ellos mueran, quedarán mis nietos, y luego sus hijos y los hijos de sus hijos, y así indefinidamente. Aunque son muy altas, estas montañas no crecen y con cada pedazo que les sacamos se hacen más pequeñas. ¿Por qué no vamos a poder removerlas?" Después de refutar la errónea idea del Viejo Sabio, siguió cavando día tras día, sin cejar en su decisión. Dios, conmovido ante esto, envió a la tierra dos ángeles, que se llevaron a cuestas ambas montañas. Hoy, sobre el pueblo chino pesan también dos grandes montañas, una se llama imperialismo y la otra, feudalismo. El Partido Comunista de China hace tiempo que decidió eliminarlas. Debemos perseverar en nuestra decisión y trabajar sin cesar; también conmoveremos a Dios. Nuestro Dios no es otro que las masas populares de China. Si ellas se alzan y cavan junto con nosotros, ¿por qué no vamos a poder eliminar esas montañas?
    Ayer, durante una conversación con dos norteamericanos que regresaban a su país, dije que el Gobierno de los EE.UU. trata de socavar nuestra causa y que eso no lo toleraremos. Nos oponemos a la política de ese Gobierno de apoyar a Chiang Kai-shek contra los comunistas. Pero debernos establecer una distinción, primero, entre el pueblo y el Gobierno de los EE.UU. y, segundo, dentro de ese Gobierno, entre los que deciden la política y los funcionarios en general. Dije a estos dos norteamericanos: "Comuniquen a los fabricantes de la política de su Gobierno que nosotros les prohibimos entrar en las regiones liberadas, porque su política es apoyar a Chiang Kai-shek contra los comunistas, y no les tenemos confianza. Pueden venir a las regiones liberadas si su propósito es combatir al Japón, pero antes hay que llegar a un acuerdo. No les permitiremos andar husmeando por
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 donde se les antoje. Dado que Patrick J. Hurley[1] declaró públicamente que no habría cooperación con el Partido Comunista de China, ¿para qué desean ustedes venir a merodear en nuestras regiones liberadas?"
    La política del Gobierno yanqui de apoyar a Chiang Kai-shek contra los comunistas revela lo desenfrenada que es la reacción norteamericana. Pero está condenado al fracaso todo intento de los reaccionarios, chinos o extranjeros, para impedir la victoria de nuestro pueblo. La democracia constituye la corriente principal en el mundo actual, mientras que la reacción antidemocrática es sólo una contracorriente. Esta contracorriente reaccionaria intenta predominar sobre la corriente principal de independencia nacional y democracia popular, pero jamás pasará a ser corriente principal. Actualmente existen aún en el viejo mundo tres grandes contradicciones, que hace ya tiempo señaló Stalin: la primera, entre el proletariado y la burguesía dentro de los países imperialistas; la segunda, entre las diversas potencias imperialistas, y la tercera, entre los países coloniales y semicoloniales y las metrópolis imperialistas[2]. Estas contradicciones no sólo siguen existiendo, sino que se desarrollan tornándose más agudas y amplias. Y a consecuencia de su existencia y desarrollo, llegará el día en que sea barrida la contracorriente reaccionaria antisoviética, anticomunista y antidemocrática, que hoy todavía existe.
    En estos momentos se celebran dos congresos en China, el VI Congreso del Kuomintang y el VII Congreso del Partido Comunista. Tienen objetivos diametralmente opuestos: uno pretende aniquilar al Partido Comunista y demás fuerzas democráticas de China y así sumergir a nuestro país en las tinieblas; el otro aspira a derrocar al imperialismo japonés y sus lacayos, las fuerzas feudales chinas, construir una China de nueva democracia y, de esta manera, conducir a nuestro país hacia la luz. Estas dos líneas luchan entre sí. Tenemos la firme convicción de que, dirigido por el Partido Comunista de China y guiado por la línea de su VII Congreso, el pueblo chino alcanzará la victoria total, mientras que la línea contrarrevolucionaria del Kuomintang fracasará.

 
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NOTAS

[1]Reaccionario politicastro republicano de los EE.UU. Fue nombrado embajador norteamericano en China a fines de 1944. En noviembre de 1945, se vio obligado
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 a dejar el cargo porque su apoyo a la política anticomunista de Chiang Kai-shek suscitó la firme oposición del pueblo chino. Su declaración pública sobre la no cooperación con el Partido Comunista de China la hizo en Washington el 2 de abril de 1945, en una conferencia de prensa convocada por el Departamento de Estado. Para más detalles, véase "El dúo Hurley-Chiang Kai-shek, un fiasco", en el presente tomo.    [pág. 283]
[2]Véase J. V. Stalin, "Los fundamentos del leninismo", I: "Las raíces históricas del leninismo".    [pág. 283]

miércoles, 16 de noviembre de 2011

SOBRE EL PROBLEMA DE LA BURGUESIA NACIONAL Y DE LOS SHENSHI SENSATOS

Mao Tse-tung

SOBRE EL PROBLEMA DE LA BURGUESIA NACIONAL Y DE LOS SHENSHI SENSATOS

De las Obras Escogidas de Mao Tse-tung

EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN 1976

Primera edición 1962
Segunda edición 1963
(5a impresión 1976)

Tomo IV, págs. 213-16.

Directiva interna del Partido Comunista de China redactada por el camarada Mao Tse-tung en nombre del Comité Central.


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SOBRE EL PROBLEMA DE LA BURGUESIA NACIONAL Y DE LOS SHENSHI SENSATOS

1 de marzo de 1948

La revolución china en la etapa actual es, por su carácter, una revolución de las amplias masas populares, dirigida por el proletariado, contra el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático. Por amplias masas populares se entiende a todos los que son oprimidos, perjudicados o sojuzgados por el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, a saber: los obreros, campesinos, soldados, intelectuales, hombres de negocios y demás patriotas, como se indica claramente en el "Manifiesto del Ejército Popular de Liberación de China", publicado en octubre de 1947[1]. En el Manifiesto, "intelectuales" se refiere a todos los intelectuales perseguidos y sojuzgados; "hombres de negocios", a toda la burguesía nacional perseguida y restringida, esto es, la burguesía media y pequeña; y "demás patriotas", principalmente a los shenshi sensatos. La revolución china en la etapa actual es una revolución en la cual todos los arriba mencionados se unen para formar un frente único contra el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, y en la cual el pueblo trabajador constituye el cuerpo principal. Por pueblo trabajador se quiere decir todos los trabajadores manuales (los obreros, campesinos, artesanos, etc.) y los trabajadores intelectuales que, por su condición, están próximos a los primeros y que no son explotadores, sino víctimas de la explotación. El objetivo de la revolución china en la actual etapa no es abolir el capitalismo en general, sino derrocar la dominación del imperialismo, del feudalismo y del capitalismo burocrático y establecer una república de nueva democracia de las amplias masas populares, con los trabajadores como fuerza principal.
No debemos abandonar a los shenshi sensatos que han cooperado y continúan cooperando con nosotros, que aprueban la lucha contra los EE.UU. y Chiang Kai-shek y que aprueban la reforma agraria.  
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Tomemos por ejemplo a Liu Shao-pai de la región fronteriza de Shansí-Suiyuán, Li Ting-ming de la región fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia[2] y otros, que nos prestaron bastante ayuda en los tiempos difíciles durante la Guerra de Resistencia contra el Japón y después de ella, y no obstaculizaron la reforma agraria ni se opusieron a ella cuando la llevábamos a cabo. Debemos, por tanto, continuar la política de unimos con ellos. Pero unimos con ellos no significa considerarlos como una fuerza que determine el carácter de la revolución china. Las fuerzas que determinan el carácter de una revolución son, por un lado, los principales enemigos y, por el otro, los principales revolucionarios. En la actualidad, nuestros principales enemigos son el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, mientras que las principales fuerzas en nuestra lucha contra esos enemigos son todos los trabajadores manuales e intelectuales, que representan el 90 por ciento de la población del país. Y esto determina que nuestra revolución en la actual etapa sea, por su carácter, una revolución democrática popular, de nueva democracia, diferente de una revolución socialista como la Revolución de Octubre.

    Un pequeño número de elementos de derecha de la burguesía nacional, que se adhieren al imperialismo, al feudalismo y al capitalismo burocrático y que se oponen a la revolución democrática popular, son también enemigos de la revolución, mientras que los elementos de izquierda de la burguesía nacional, adheridos al pueblo trabajador y opuestos a los reaccionarios, y el pequeño número de shenshi sensatos desprendidos de la clase feudal son también revolucionarios. Pero ni los primeros forman el cuerpo principal de los enemigos, ni los últimos el cuerpo principal de los revolucionarios. Ni los unos ni los otros son fuerzas que puedan determinar el carácter de la revolución. La burguesía nacional es una clase políticamente muy débil y vacilante. No obstante, la mayoría de sus componentes, por ser perseguidos y restringidos por el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, pueden, o incorporarse a la revolución democrática popular, o bien adoptar una posición neutral. Forman parte de las amplias masas populares, pero no constituyen ni su cuerpo principal, ni una fuerza que determine el carácter de la revolución. Sin embargo, es posible y necesario que nos unamos con ellos, porque son económicamente importantes y pueden incorporarse

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 a la lucha contra los EE.UU. y Chiang Kai-shek o permanecer neutrales en esa lucha. Antes del nacimiento del Partido Comunista de China, el Kuomintang, dirigido por Sun Yat-sen, representaba a la burguesía nacional y desempeñaba el papel dirigente en la revolución china de esa época (revolución democrática inconsecuente de viejo tipo). Pero después que nació el Partido Comunista de China y demostró su capacidad, el Kuomintang ya no pudo asumir la dirección de la revolución china (revolución de nueva democracia). La burguesía nacional se incorporó al movimiento revolucionario de 1924-1927[3], y una buena parte de sus miembros se pasó, durante los años 1927-1931 (antes del Incidente del 18 de Septiembre de 1931), a la reacción dirigida por Chiang Kai-shek. Pero de ningún modo debe considerarse por ello que durante ese período no debíamos tratar de ganamos a la burguesía nacional en lo político, ni de protegerla en lo económico, o que nuestra política ultraizquierdista para con ella no fue una política aventurera. Por el contrario, en ese período, nuestra política debía seguir siendo la de proteger y ganamos a la burguesía nacional para poder concentrar nuestras fuerzas en la lucha contra los enemigos principales. En el período de la Guerra de Resistencia, la burguesía nacional participó en la guerra, vacilando entre el Kuomintang y el Partido Comunista. En la etapa actual, la mayoría de la burguesía nacional alimenta un odio creciente hacia los EE.UU. y Chiang Kai-shek; su ala izquierda se adhiere al Partido Comunista y su ala derecha, al Kuomintang, mientras que sus elementos intermedios adoptan una actitud de expectativa y vacilan entre los dos partidos. En estas circunstancias, nos es necesario y posible ganar a la mayoría de la burguesía nacional y aislar a la minoría. Para alcanzar este propósito, debemos ser prudentes al abordar la posición económica de esta clase y, en principio, debemos adoptar una política de protegerla sin hacer excepciones. De otro modo cometeríamos errores políticos.

    Los shenshi sensatos son terratenientes y campesinos ricos aislados que poseen una tendencia democrática. Tienen contradicciones con el capitalismo burocrático y el imperialismo y, en cierta medida, también con los terratenientes y campesinos ricos feudales. Nos unimos con ellos no porque sean una fuerza política de consideración, ni porque tengan importancia económica alguna (las tierras que poseen en virtud del sistema feudal deben entregarse, con su consentimiento, a los campesinos para la distribución), sino porque políticamente nos han prestado bastante ayuda durante la Guerra de Resistencia y la lucha contra los EE.UU. y Chiang Kai-shek. En el período de la

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 reforma agraria, será provechoso para esta reforma en todo el país que algunos de los shenshi sensatos se pronuncien en su favor. En particular, esto nos ayudará a ganamos a los intelectuales (la mayoría de los cuales provienen de familias de terratenientes o de campesinos ricos), a la burguesía nacional (la mayoría de cuyos miembros están ligados a la tierra) y a los shenshi sensatos de todo el país (cuyo número alcanza a varios centenares de miles), y a aislar a la camarilla reaccionaria de Chiang Kai-shek, enemigo principal de la revolución china. Los shenshi sensatos, precisamente porque desempeñan este papel, forman parte también del frente único revolucionario contra el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático; por tanto, también debemos prestar atención al problema de unimos con ellos. Durante el período de la Guerra de Resistencia, lo que exigimos a los shenshi sensatos era que favorecieran la resistencia contra el Japón, la democracia (no oponerse al Partido Comunista) y la reducción de los arriendos y de los intereses; en la presente etapa, lo que les exigimos es que favorezcan la lucha contra los EE.UU. y Chiang Kai-shek, la democracia (no oponerse al Partido Comunista) y la reforma agraria. Si pueden actuar de esta manera, debemos unimos con ellos sin excepción y, al unimos con ellos, educarlos.

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NOTAS
[1]Véase el presente tomo, pág. 152, el primero de los ocho principios políticos expuestos en el "Manifiesto del Ejército Popular de Liberación de China".    [pág. 213]

[2]Liu Shao-pai, shenshi sensato de la región fronteriza de Shansí-Suiyuán, fue elegido vicepresidente del Consejo Consultivo Provisional de esa región; Li Ting-ming shenshi sensato del Norte de la provincia de Shensí, fue elegido vicepresidente del gobierno de la región fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia.    [pág. 214]

[3]Véase el presente tomo, págs. 20-21, "La situación y nuestra política después de la victoria en la Guerra de Resistencia contra el Japón", nota 10.    [pág. 215]

martes, 15 de noviembre de 2011

Conversación sostenida por Mao Tsetung con delegados de Partidos Comunistas latinoamericanos


Mao Tsetung
ALGUNAS EXPERIENCIAS EN LA HISTORIA DE NUESTRO PARTIDO
Parte de una conversación sostenida por el camarada Mao Tsetung con delegados de algunos Partidos Comunistas latinoamericanos.


De las Obras Escogidas de Mao Tsetung

EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN

Primera edición 1977

Tomo V, págs. 352-58.



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pág. 352

ALGUNAS EXPERIENCIAS  EN LA HISTORIA DE NUESTRO PARTIDO

25 de septiembre de 1956

    El imperialismo norteamericano es enemigo de ustedes, enemigo también de nosotros y enemigo de todos los pueblos del mundo. A él se le hace más difícil intervenir en nuestros asuntos que en los de ustedes. Una de las razones es que los Estados Unidos están muy lejos de nosotros. Sin embargo, el imperialismo norteamericano ha extendido hasta muy lejos sus tentáculos, hasta nuestro territorio de Taiwán, Japón, Sur de Corea, Sur de Viet Nam, Filipinas y otros lugares. Estados Unidos tiene tropas acantonadas en Inglaterra, Francia, Italia, Islandia y Alemania Occidental y ha establecido bases militares en África del Norte y el Cercano y Medio Oriente. Ha extendido sus tentáculos por todo el mundo. Es un imperialismo de carácter mundial. Es un maestro por lo negativo para los pueblos del mundo entero. Estos deben unirse, ayudarse mutuamente y cortarle los tentáculos adonde quiera que lleguen. Cada vez que le cortemos uno de sus tentáculos, nos sentiremos un poco más a gusto.

    Antes, China fue también un país oprimido por el imperialismo y el feudalismo, y nuestra situación ha sido muy semejante a la de ustedes. Que en un determinado país la población rural sea numerosa y haya fuerzas feudales, tiene su lado negativo, pero es, a la vez, una cosa buena para la revolución dirigida por el proletariado, pues nos brinda una amplia fuerza aliada, que es el campesinado. En la Rusia anterior a la Revolución de Octubre, era muy grave la presencia del feudalismo; pero, gracias al apoyo de las grandes masas campesinas, el Partido bolchevique llevó la revolución a la victoria. Y esto es todavía más cierto en el caso de nuestro país. China es un país agrícola, con más de 
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 quinientos millones de sus habitantes ubicados en las zonas rurales. En el pasado, hicimos la guerra apoyándonos principalmente en los campesinos. Hoy, si la burguesía urbana de nuestro país se ha sometido rápidamente a la transformación socialista, es porque los campesinos ya están organizados y la agricultura, cooperativizada. De ahí la extraordinaria importancia del trabajo del Partido entre los campesinos.
    A mi juicio, en los países donde es grave la presencia del feudalismo, el partido político proletario debe ir a las zonas rurales en busca de los campesinos. Pero, si los intelectuales que van allí adoptan una actitud incorrecta, no podrán ganarse su confianza. Los intelectuales de la ciudad conocen poco de las cosas del campo y de la psicología de los campesinos, de modo que no saben dar una solución muy adecuada al problema campesino. Según nuestra experiencia, no se puede conquistar la victoria a menos que, en el curso de un período muy largo, nos identifiquemos verdaderamente con los campesinos y los convenzamos de que luchamos en su beneficio. No se debe, en absoluto, pensar que ellos van a creer en nosotros de un día para otro. Tengan bien presente que no basta dar alguna ayuda a los campesinos para que depositen su confianza en nosotros.

    El campesinado es el aliado principal del proletariado. En un principio, tampoco nuestro Partido comprendió la importancia del trabajo entre los campesinos, y por eso puso en el primer lugar el trabajo urbano y, en el segundo, el trabajo rural. A mi modo de ver, los Partidos de algunos países asiáticos, como el de la India y el de Indonesia, no han hecho bien el trabajo rural.

    Al comienzo, nuestro Partido no tuvo éxito en su trabajo entre los campesinos. Los intelectuales tenían cierto aire, justamente el aire de intelectuales. Con tal aire, no querían ir al campo y lo despreciaban. Los campesinos, a su vez, no los miraban con buenos ojos. Por otro lado, nuestro Partido no había encontrado aún los métodos para lograr una comprensión del campo. Más tarde, cuando fuimos allí de nuevo, encontramos esos métodos, hicimos un análisis de las clases en el campo y llegamos a conocer cuáles eran las reivindicaciones revolucionarias de los campesinos.

    En un primer período, no teníamos una idea clara de lo que era el campo. Por aquel entonces, la línea oportunista de derecha de Chen Tu-siu hizo que se abandonara a este principalísimo aliado, el campesinado. Muchos de nuestros camaradas veían el campo como una cosa plana en lugar de verlo en sus tres dimensiones, es decir, no sabían ver el campo desde el punto de vista clasista. Sólo más tarde, habiendo

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 llegado a comprender el marxismo, empezaron a enfocar el campo desde el punto de vista clasista. Se dieron cuenta entonces de que el campo no era una cosa plana, sino que allí había ricos y pobres, e incluso gente pobrísima, que allí la población se dividía en asalariados agrícolas, campesinos pobres, campesinos medios, campesinos ricos y terratenientes. En este período hice un estudio del campo y abrí escuelas del movimiento campesino en las que dimos varios cursos sucesivos, pero mi comprensión de este problema no era profunda, aunque sabía algo de marxismo.

    Vino luego el segundo período. Aquí tenemos que agradecer a ese excelente maestro nuestro que es Chiang Kai-shek. Nos lanzó al campo. Ese fue un período muy largo, diez años de guerra civil, diez años de lucha contra él, y eso nos obligó a hacer un estudio del campo. En los primeros años de ese decenio, todavía no pudimos conocer muy a fondo el campo y fue sólo más tarde cuando llegamos a conocerlo mejor adquiriendo una comprensión más o menos profunda. En ese período, las tres líneas oportunistas de "izquierda", representadas por Chü Chiu-pai, Li Li-san y Wang Ming, acarrearon pérdidas muy grandes a nuestro Partido, y sobre todo la línea oportunista de "izquierda" de Wang Ming le hizo perder la gran mayoría de sus bases de apoyo en el campo.

    Llegamos luego al tercer período, el de la Guerra de Resistencia contra el Japón. Al invadirnos el imperialismo japonés, suspendimos la guerra con el Kuomintang y pasamos a la guerra contra este imperialismo. En ese entonces, nuestros camaradas pudieron ir abiertamente a las ciudades de las zonas dominadas por el Kuomintang. Wang Ming, que había cometido errores propios de una línea oportunista de "izquierda", incurrió esta vez en errores propios de una línea oportunista de derecha. Antes había ejecutado la política ultraizquierdista de la Internacional Comunista, y ahora pasaba a aplicar una política ultraderechista. Para nosotros, él es también un excelente maestro por lo negativo, que ha educado a nuestro Partido. Tenemos otro excelente maestro por lo negativo, que es Li Li-san. El principal error que cometieron ellos en su tiempo fue el dogmatismo, la copia mecánica de las experiencias extranjeras. Nuestro Partido liquidó cuentas con las erróneas líneas representadas por ellos y encontró realmente el camino de integración de la verdad universal del marxismo-leninismo con las condiciones concretas de China. Esto hizo posible que en el cuarto período, cuando Chiang Kai-shek desencadenó su ofensiva contra nosotros, lo derribáramos y fundáramos la República Popular China.

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    La experiencia de la revolución china, que consiste en crear bases de apoyo en las zonas rurales, utilizar el campo para rodear las ciudades y finalmente tomarlas, no necesariamente es aplicable para muchos de sus países, pero puede servirles de referencia. Les aconsejo a ustedes que tengan mucho cuidado de no copiar mecánicamente la experiencia china. La experiencia de cualquier país extranjero sólo puede servir de referencia y no debe ser tomada como dogma. Es imperativo integrar estos dos aspectos: la verdad universal del marxismo-leninismo y las condiciones concretas del propio país.

    Si uno quiere ganarse a los campesinos y apoyarse en ellos, debe hacer una investigación sobre el campo. El método consiste en investigar una, dos o varias aldeas y, en el término de unas semanas, adquirir una clara idea sobre las fuerzas de clase, la situación económica, las condiciones de vida y otros problemas del campo. Un dirigente principal como el secretario general del Partido debe ocuparse personalmente de este trabajo yendo a conocer una o dos aldeas; debe tratar de encontrar el tiempo para ello, pues bien vale la pena. Aunque son muchos los gorriones, no hay necesidad de examinar a cada uno de ellos; basta con hacer la disección de uno o dos. Cuando el secretario general ha investigado una o dos aldeas y está al tanto de las cosas, puede ayudar a sus camaradas a conocer el campo y a adquirir una clara idea de las condiciones concretas reinantes allí. Tengo la impresión de que los secretarios generales de los Partidos de muchos países no conceden importancia a la disección de uno o dos "gorriones"; de entender, algo entienden del campo, pero no profundamente, y por eso sus instrucciones no concuerdan mucho con las condiciones del campo. Los camaradas responsables de los organismos dirigentes del Partido, incluidos los de los niveles nacional, provincial y distrital, deben también investigar personalmente una o dos aldeas, hacer la disección de uno o dos "gorriones". Esto es lo que se llama "anatomía".

    Hay dos maneras de investigar: Una consiste en ver las flores desde un caballo al trote y la otra, en desmontar para ver las flores. Viendo las flores desde un caballo al trote, uno no puede lograr un conocimiento profundo de ellas, pues ¡son tan abundantes! Ustedes, que han venido a Asia desde América Latina, lo que están haciendo es ver las flores desde un caballo al trote. Pero en sus países hay tantas flores que es muy poco darles una mirada y luego marcharse; se necesita entonces acudir a la segunda manera: desmontar para ver las flores, observándolas minuciosamente, analizando una "flor" o haciendo la disección de un "gorrión".

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    En los países que sufren la opresión imperialista, hay dos tipos de burguesía: la burguesía nacional y la burguesía compradora. ¿Existen estos dos tipos de burguesía en sus países? Seguramente en todos ellos existen.

    La burguesía compradora es siempre lacaya del imperialismo y blanco de la revolución. Ella se desglosa, a su vez, en diferentes sectores dependientes de diversos grupos monopolistas: los de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y otros países imperialistas. En la lucha contra los sectores de la burguesía compradora, hay que utilizar las contradicciones interimperialistas y enfrentar primero a uno de esos sectores, golpeando al enemigo principal del momento. Por ejemplo, en el pasado, la burguesía compradora china tenía un sector proinglés, otro pronorteamericano y otro projaponés. Durante la Guerra de Resistencia contra el Japón, explotamos las contradicciones entre Inglaterra y los Estados Unidos, por un lado, y el Japón, por el otro, para echar abajo primero a los invasores japoneses y al sector de la burguesía compradora que dependía de ellos. Luego pasamos a combatir a las fuerzas agresoras de los Estados Unidos e Inglaterra y a derribar los sectores pronorteamericano y proinglés de la burguesía compradora. Dentro de la clase terrateniente también hay fraccionas. Entre los terratenientes, los más reaccionarios representan una minoría y, cuando se los golpea, no hay que revolver con ellos a los que son patriotas y están en favor de la lucha contra el imperialismo. Es preciso, además, hacer una distinción entre los terratenientes grandes y los pequeños. No se debe asestar golpes a un mismo tiempo a demasiados enemigos, sino a un pequeño número, e incluso de entre los grandes terratenientes hay que dirigir el golpe sólo contra el reducido número de los más reaccionarios. Golpear a todos a la vez parece muy revolucionario, pero en realidad causa mucho daño.

    La burguesía nacional es nuestra contrincante. En China hay un proverbio que reza: "Los contrincantes se encuentran siempre." La experiencia de la revolución china enseña que es necesario tratar con prudencia a la burguesía nacional. Ella es contraria a la clase obrera y, al mismo tiempo, contraria al imperialismo. En vista de que nuestra tarea principal reside en luchar contra el imperialismo y el feudalismo y que sin haber derribado a estos dos enemigos el pueblo no puede emanciparse, debemos esforzarnos por hacer que la burguesía nacional luche contra el imperialismo. Esta no tiene interés en la lucha contra el feudalismo, porque mantiene estrechos vínculos con la clase terrateniente. Además, oprime y explota a los obreros. Por lo tanto, debemos

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 luchar contra ella. Sin embargo, con el propósito de lograr que combata junto con nosotros al imperialismo, nuestra lucha contra ella no debe ir más allá de lo conveniente, debe librarse con razón, con ventaja y sin sobrepasarse. Valga decir, al librar la lucha, debemos contar con la razón, tener la seguridad de vencer y no sobrepasarnos una vez alcanzada determinada victoria. De ahí la necesidad de investigar la situación de ambas partes, tanto la de los obreros como la de los capitalistas. Si sólo conocemos a los obreros y desconocemos a los capitalistas, no sabremos cómo celebrar negociaciones con éstos. En este terreno también hace falta investigar ejemplos típicos, hacer la disección de uno o dos "gorriones"; igualmente es menester emplear los dos métodos, el de ver las flores desde un caballo al trote y el de desmontar para ver las flores.
    En todo el período histórico de la lucha contra el imperialismo y el feudalismo, debemos ganarnos a la burguesía nacional y unirnos con ella para que se coloque del lado del pueblo y combata al imperialismo. Después de terminada en lo fundamental la tarea de la lucha antiimperialista y antifeudal, todavía tenemos que mantener la alianza con ella durante un determinado tiempo. Esta manera de proceder es favorable para enfrentar la agresión imperialista, desarrollar la producción y estabilizar el mercado, así como para ganarnos y remodelar a los intelectuales burgueses.

    Ustedes no han conquistado todavía el Poder y están preparándose para tomarlo. Frente a la burguesía nacional, se debe seguir la política de "unidad y lucha". Hay que unirse con ella en la lucha común contra el imperialismo y apoyar todos sus actos y palabras antiimperialistas, y asimismo luchar en Forma adecuada contra todos sus actos y palabras reaccionarios, opuestos a la clase obrera y al Partido Comunista. Es erróneo limitarse a un solo lado: Mera lucha sin unidad es error de "izquierda", y mera unidad sin lucha, error de derecha. Ambos errores los cometió nuestro Partido, y la experiencia fue dolorosa. Luego, resumimos estos dos tipos de experiencia y adoptamos la política de "unidad y lucha", luchando contra la burguesía nacional cuando era necesario y uniéndonos con ella cuando era posible. El objetivo de esta lucha era unirnos con la burguesía nacional para conquistar la victoria sobre el imperialismo.

    En los países víctimas de la opresión imperialista y feudal, el partido político del proletariado debe tomar en sus manos la bandera de la lucha nacional, darse un programa de unión nacional y unirse con todas las fuerzas unibles, exceptuando, desde luego, a los lacayos del imperialismo.

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    Debemos dejar ver a todo el pueblo cuán patriota es el Partido Comunista, cómo ama la paz y cómo quiere la unión nacional. Actuar así contribuirá a aislar al imperialismo y sus lacayos, aislar a los grandes terratenientes y la gran burguesía.

    Los comunistas no deben tener miedo a cometer errores. Los errores tienen doble carácter. Por un lado, perjudican al Partido y al pueblo y, por el otro, son buenos maestros, pues educan muy bien al Partido y al pueblo, lo que es beneficioso para la revolución. El fracaso es madre del éxito. Si el fracaso no tuviera ventajas, ¿cómo podría ser madre del éxito? Cuando se ha cometido demasiados errores, necesariamente las cosas pasan a su lado opuesto. Esto es marxismo. "Una cosa se convierte en su contrario cuando llega al extremo"; cuando los errores se han amontonado, no se hará esperar la llegada de la luz.
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domingo, 6 de noviembre de 2011

EXTRACTOS DE DOS ARTÍCULOS DE CHU TE

Zhu De
El ejército revolucionario

Una mirada retrospectiva a la Revolución de 1911
10 de octubre de 1961
[Extractos]
El Dr. Sun Yat-sen, gran revolucionario democrático, fue el líder universalmente reconocido de la Revolución de 1911. A finales del siglo XIX, surgieron dos facciones entre los políticos burgueses chinos que abogaban por aprender de Occidente. Una reformista, encabezada por Kang Youwei, y otra revolucionaria, dirigida por Sun Yat-sen. El fracaso del Movimiento Reformista de 1898 condujo al hundimiento de la facción reformista, la cual se había hecho la ilusión de que el gobierno de la dinastía Qing podría llevar a cabo ciertas reformas, mientras que se incrementaron rápidamente la fuerza y la influencia de la facción revolucionaria de la burguesía. En 1905, se fundó la Tongmenghui [Liga Revolucionaria de China]. En ese momento Sun Yat-sen formuló un programa revolucionario burgués, en el cual figuraban los postulados de "establecimiento de una república e igualdad de la propiedad de la tierra". Se trataba de un proyecto de república burguesa, inspirado en el ejemplo de la burguesía occidental. En dicho programa, Sun Yat-sen abogaba por derrocar por la vía revolucionaria la dominación de la dinastía Qing para "establecer una república". Esto correspondía, en aquella época, a las aspiraciones y las demandas de las amplias masas populares de todo el país.
Luego de fundada la Tongmenghui en Tokio, sus miembros no tardaron en retornar sucesivamente a China e ir a diversas partes del país a organizar grupos revolucionarios y, en unión con otros patriotas, a preparar levantamientos. La situación revolucionaria atravesaba por un creciente auge en todo el país. [...]
El Dr. Sun Yat-sen atribuyó gran importancia al trabajo militar y al trabajo dentro del ejército enemigo. Esto fue de gran importancia para la Revolución de 1911. En 1908, Sun Yat-sen envió a Huang Xing a Hekou, provincia de Yunnan, para desatar un levantamiento, que por desgracia fracasó. Enseguida después, Yang Qui-fan, miembro de la Tongmenghui, organizó junto con otros un levantamiento en Yongchang, que tampoco tuvo éxito. Si bien fracasaron estos levantamientos, el impacto de la revolución fue extendiéndose cada día más en dicha provincia. Yo ingresé en la Tongmenghui en 1909 precisamente bajo la influencia de las ideas revolucionarias democráticas de Sun Yat-sen, cuando estudiaba en la Academia Militar de Yunnan.
Esta academia fue establecida en 1909 por Shen Bingkun, entonces gobernador interino de las provincias de Yunnan y Guizhou, con el fin de preparar personal militar para el gobierno de la dinastía Qing. En el invierno de ese año, cuando Li Jingxi, el nuevo gobernador general, llegó a Kunming para tomar posesión de su cargo, incorporó a la Academia Militar la escuela militar ambulante anexa a la 19ª. zhen [división] del Nuevo Ejército[1]. En aquellos momentos, el rector de esa academia era Li Genyuan, y entre los instructores se contaban Fang Shengtao, Zho Kangshi, Li Liejun, Lou Peijin, Tang Jiyao, Liu Zuwu y Gu Pinzhen. Eran en su mayoría miembros de la Tongmenghui, mientras que los otros o bien lo eran igualmente, o bien estaban influenciados por su propaganda revolucionaria.
En la academia estudiaban más de 500 cadetes, muchos de ellos jóvenes descontentos de la situación entonces existente. No pasó mucho tiempo antes de que se estableciera en esa academia una célula de la Tongmenghui, la cual hizo circular secretamente libros y revistas de propaganda revolucionaria. Tema de frecuente reflexión y discusión era el de cómo desatar una insurrección revolucionaria. Así fue como la Academia Militar de Yunnan se convirtió en una importante plaza fuerte de las fuerzas revolucionarias en esa provincia. Recomendado ante Li Jingxi por Li Genyuan y Luo Peijin, Cai E fue nombrado jefe de la 37ª. xie [brigada] de la 19ª. zhen del Nuevo Ejército de Yunnan. Si bien no era miembro de la Tongmenghui y nunca estuvo abiertamente en contacto con la Academia Militar, era hombre de espíritu patriótico y democrático y mantenía lazos secretos con la Tongmenghui. En aquel entonces, mientras el gobierno de la dinastía Qing reprimía de manera extremadamente sañuda a las fuerzas revolucionarias, Cai E brindó eficaz amparo a las actividades revolucionarias que se desarrollaban en la academia.
En 1911, se graduaron antes del plazo previsto los cien cadetes de la primera promoción de la academia. Dieciocho de ellos fueron colocados como oficiales de las tropas al mando de Cai E y se pusieron a hacer propaganda revolucionaria entre los soldados. Yo, por mi parte, fui asignado al 2° batallón del 74° biao [regimiento] como jefe de pelotón del destacamento de izquierda. El jefe del biao era Luo Peijin, y el guandai [jefe de batallón], Liu Cunhou. Los soldados del Nuevo Ejército, todos ellos reclutas procedentes del campo, ya estaban sumamente descontentos con la tiranía y la corrupción del gobierno de la dinastía Qing, con la brutal explotación de la clase terrateniente, con los castigos corporales y con los insultos que sufrían en el viejo ejército y con la práctica de los oficiales de embolsarse parte de su paga. Por tanto, nos adentramos entre los soldados rasos haciendo propaganda revolucionaria, y entre ellos comenzaron a esparcirse poco a poco las semillas de la revolución.
El 10 de octubre de 1911, estalló el Levantamiento de Wuchang, que dio un gran estímulo al pueblo en Yunnan. Los revolucionarios intensificaron también allí sus actividades entre los soldados. Los gobernantes de la dinastía Qing estaban presa de pánico. Li Jingxi, gobernador general de Yunnan y de Guizhou, mandó construir fortificaciones dentro y fuera de la sede de su gobierno y dio orden de arrestar a los revolucionarios. Luo Peijin, jefe del 74° biao, fue destituido. Li Jingxi reunió un batallón de guardias, un batallón logístico y dos compañías de ametralladoras para defender la sede de su gobierno. Sin embargo, incluso entre dichas fuerzas de custodia existían fuerzas revolucionarias ocultas. El criminal plan de Li Jingxi de hacer una carnicería con los revolucionarios fue puesto secretamente en conocimiento de estos últimos por Li Fenglou, guandai del batallón de ametralladoras. Entonces ya estaban maduras las circunstancias para un levantamiento revolucionario.
El 30 de octubre (el 9 del noveno mes del calendario lunar), los revolucionarios se sublevaron en Kunming. En la noche de aquel día, el 73er. biao del Nuevo Ejército, bajo el mando de Li Genyuan, inició la acción a partir del campo de ejercicios ubicado al norte de la ciudad, y Cai E desató su alzamiento a la cabeza del 74° biao a partir de Wujiaba, cerca del campo de ejercicios al sur de la ciudad. Al levantamiento se sumaron también los cadetes de la Academia Militar y de la Escuela Militar Primaria así como los guardias de Li Jingxi.
La unidad donde yo estaba entonces era el 74° biao. Antes del levantamiento, los mandarines civiles y militares de la dinastía Qing, recelosos de una posible insurrección en el Nuevo Ejército, habían suspendido el abastecimiento de municiones a los soldados de éste. Pero nosotros guardábamos secretamente cada uno cuatro o cinco cartuchos, que habíamos reservado so pretexto de hacer ejercicios de tiro al blanco. Según lo convenido, el levantamiento debía iniciarse a las once de la noche, pero eran apenas las nueve cuando se oyeron disparos en el campo de ejercicios del norte. Luego que se hubieron generalizado el caos y el desconcierto, el general Cai E hizo acto de presencia en el campo de ejercicios del sur, lo cual permitió restablecer rápidamente el orden entre las tropas. Mientras tanto, Li Jingxi oyó también los disparos y, sintiéndose como entre sueños, telefoneó a Cai E para pedirle ayuda. El general Cai E colgó el auricular y enseguida se presentó ante las tropas que se encontraban a la espera de la orden de entrar en acción, y proclamó el comienzo del levantamiento de Yunnan.
Bajo el mando de Cai E, las majestuosas tropas de la insurrección se pusieron inmediatamente en marcha para tomar los accesos a la ciudad. A mí me designaron entonces jefe de una compañía. El 19° biao de artillería, estacionado cerca de nosotros, había recibido la influencia de la propaganda revolucionaria, y se sumó entonces en su totalidad al levantamiento. Cuando atacamos la ciudad de Kunming, el biao de caballería, desplegado ahí por Li Jingxi para defender la ciudad, no opuso resistencia alguna, sino que, al contrario, la mayor parte de sus soldados se incorporaron a nuestras filas. Los cadetes de la Academia Militar que vivían dentro de la ciudad nos abrieron las puertas de la misma.
A las 12 de la noche, todas nuestras tropas habían entrado en Kunming y, hacia la madrugada, ya tenían bajo su control todos sus accesos. Luego, tomé parte en el asalto a la sede del gobierno. Gracias a las vinculaciones secretas que manteníamos con el batallón de guardias y como yo, por orden de la dirección, había realizado personalmente actividades revolucionarias entre los guardias, bastó que los insurgentes iniciásemos nuestro asalto para que ellos depusieran inmediatamente las armas. Li Jingxi huyó presa del pánico. El 31 de octubre, tomamos sucesivamente por asalto otras dos plazas fuertes del enemigo, la colina Wuhua y el arsenal. Nuestras fuerzas mataron en el combate a Zhong Lintong, jefe de la 19ª. zhen. Poco después, se sublevaron también las tropas del Nuevo Ejército que se hallaban en Dali, Lin'an y otros lugares. Los batallones de patrullaje del enemigo que se encontraban fuera de Kunming fueron liquidados sucesivamente, y la provincia de Yunnan quedó totalmente en manos de los insurgentes. El 1° de noviembre, se fundó el gobierno militar de Yunnan. [...]
El fracaso final de la Revolución de 1911 demostró plenamente que era impracticable el proyecto de una revolución burguesa en China. Esto se debía a que China ya vivía en la época del imperialismo y era un país oprimido por éste, y a que el enemigo principal de la revolución era precisamente el poderoso imperialismo internacional. La Revolución de 1911 y las sucesivas luchas desatadas a continuación para salvarla del fracaso fueron derrotadas principalmente por los caudillos militares, que gozaban del pleno apoyo de los imperialistas. Como enseñó Lenin, en la época del imperialismo, una nación oprimida no puede conseguir la auténtica libertad sin una serie de revoluciones. Evidentemente, con el fin de vencer al imperialismo, es imperativo movilizar en forma amplia y profunda a las masas populares y llevar a cabo una prolongada lucha revolucionaria. Semejante responsabilidad de dirección está decididamente más allá de la capacidad de la burguesía, y únicamente el proletariado es capaz de asumirla. El camarada Mao Zedong dijo: Excepto la clase obrera, "en la época del imperialismo, ninguna otra clase en ningún país puede conducir una verdadera revolución a la victoria." Dijo además: "¿Por qué terminaron en el fracaso los cuarenta años de actividad revolucionaria de Sun Yat-sen? Porque en la época del imperialismo, la pequeña burguesía y la burguesía nacional no pueden conducir ninguna revolución verdadera a la victoria."[2] [...]
Con la ayuda del Partido Comunista de China, el Dr. Sun Yat-sen, como demócrata revolucionario burgués que era, también sacó lecciones del fracaso de la Revolución de 1911 y tomó con valentía el camino de la cooperación con el Partido Comunista, con los obreros y campesinos y con la Unión Soviética socialista.

Zhu De
Del Levantamiento de Nanchang a la subida a las montañas Jinggang
Junio de 1962
[Extracto]
En 1923, el III Congreso Nacional del Partido [Comunista de China] decidió que nuestro Partido cooperara con el Guomindang[3]. En 1924, con la ayuda de nuestro Partido, de la Internacional Comunista así como del Partido Comunista de la Unión Soviética, el Guomindang, dirigido por Sun Yat-sen, estableció la política revolucionaria de alianza con Rusia, alianza con el Partido Comunista y ayuda a los campesinos y obreros y, mediante su propia reorganización, llegó a constituirse en alianza de todas las clases democráticas. De esta manera, se formalizó la primera cooperación entre el Guomindang y el Partido Comunista, y se inició la Gran Revolución. En aquel entonces, al Guomindang apenas le quedaba nada de lo poco que había tenido. Necesitaba reorganizarse y, por lo tanto, tenía que cooperar con el Partido Comunista para contar con nuestra ayuda.
En el período de la Gran Revolución, el Comité Central de nuestro Partido organizó una comisión militar, y la Unión Soviética envió asesores militares a China. Con el apoyo de nuestro Partido, el Guomindang fundó la academia militar de Huangpu, creó el Ejército Revolucionario Nacional y reorganizó las viejas tropas que tenía a su disposición. Al principio de la Expedición al Norte, el Ejército Revolucionario Nacional ya estaba compuesto por seis cuerpos de ejército en Guangdong. Gran número de comunistas fueron enviados a la Academia Militar y a las filas del ejército para encargarse del trabajo político, y en algunas unidades, desde el nivel de compañía hasta el de cuerpo de ejército, había comunistas ejerciendo cargos de delegado partidario.
Esto quiere decir que ya desde aquel entonces empezó nuestro Partido a prestar atención al trabajo militar, a realizar el trabajo político revolucionario en el ejército y a integrar las fuerzas armadas con el pueblo y la lucha armada revolucionaria con la lucha de masas. Fue justamente por esto que la Expedición al Norte cobró un vigoroso desarrollo y consiguió grandes victorias. Esto no fue fortuito sino que se debió a que nuestro Partido se orientaba en lo teórico por el marxismo-leninismo y contaba con el ejemplo del Ejército Rojo soviético. A pesar de que nuestro Partido no tenía en aquel entonces la experiencia necesaria para controlar fuerzas armadas revolucionarias ni tampoco le atribuía la debida importancia a este problema, ya se había topado, sin embargo, con este asunto y empezaba a poner manos a la obra.