domingo, 1 de abril de 2012

Tres hechos que cambiaron la guerra de Malvinas

Tres hechos que cambiaron la guerra de Malvinas

El 2 de abril se cumplen 30 años de la histórica recuperación de las islas Malvinas. Durante dos meses y medio volvieron a integrarse a la Argentina el territorio colonizado por el imperialismo inglés en 1833. Durante la mayor parte de esos dos meses y medio, una enorme flota imperialista inglesa, apoyada por Estados Unidos, ejecutó la segunda invasión de ese territorio argentina para lograr una nueva usurpación colonial, que finalmente logró el 14 de junio.
La dictadura usurpó un plan de recuperación de las islas Malvinas que había sido presentado al general Perón, en 1974. La muerte de Perón, ese año, dejó el plan en el olvido. La dictadura lo desempolvó, con el objetivo de recuperarse de la derrota de su intento de lanzar una guerra contra Chile por islas del Canal de Beagle.
En la derrota de ese plan de la dictadura fue decisiva la movilización popular, en las difíciles condiciones de represión, a través de acuerdos unitarios desde fuerzas como el PCR, hasta la iglesia católica, con la participación masiva de jóvenes.

Una estrategia de derrota
La dictadura, herida por la lucha democrática, huelgas y la derrota de su plan belicista por el Beagle, jugó la guerra en un tablero internacional en el que somos peones, por ser un país dependiente. Primero ilusionándose con el apoyo yanqui, en compensación por la instrucción de los reaccionarios “contras” en Nicaragua. Los yanquis se burlaron de esas ilusiones dándole a la flota inglesa información satelital y los misiles con los que la flota inglesa aseguró su triunfo en la batalla aérea.
La dictadura buscó apoyo, entonces, en Rusia y China. Otro absurdo, el socialimperialismo ruso perdía terreno en la disputa con la otra superpotencia, Estados Unidos, que, bajo el mando de Reagan, extendía sus misiles en Europa y amenazaba a su rival con “la guerra de las galaxias”, una mezcla de escudos defensivos y ofensivos instalados en la atmósfera. En China, la restauración capitalista comandada por Deng Siaoping, necesitaba tiempo para construir su capitalismo imperialista.

Tres hechos no previstos
Lo que ocurrió, entonces, fue lo no previsto por la dictadura de acá ni por el gobierno ultrarreaccionario de Thatcher.
Lo primero fue que el pueblo argentino salió a las calles, como nunca se había visto, en apoyo a la recuperación de las islas. La presidenta se quedó en su casa, lo confesó en un discurso. Fue parte de una minoría insensible a lo nacional y popular, que no quiso ver que las calles que habían sido ganadas por el pueblo significaban el fin de la dictadura, como efectivamente ocurrió. Hasta su marido, el ex presidente Néstor K, fue fotografiado con militares, en Río Gallegos, recibiendo a veteranos que volvían de las islas.  Otro sector, vinculado al imperialismo ruso (Frigerio, que manejaba entonces Clarín, Alfonsín y otros), trabajaron especulando con la derrota, negociando con sus amigos en la dictadura (Videla y Viola) un “gobierno de transición”.
Lo segundo fue que una corriente patriótica tomó en sus manos esa guerra nacional contra el colonialismo imperialista inglés: un gran sector de civiles movilizados, soldados, suboficiales y oficiales se jugó la vida en Malvinas.
Lo tercero fue que la guerra de Malvinas, fue tomada como bandera en toda América Latina y en lo que entonces se llamaba el Tercer Mundo. Hasta en Nepal se movilizaban apoyándonos y repudiando a los mercenarios llevados a Londres que usurpaban su nacionalidad. Nos ofrecieron armas, hombres y ayuda.
La dictadura despreció todo eso, embarcada en sus amoríos con uno u otro imperialismo.

La rendición estratégica
Los que verdaderamente hicieron la guerra, y los que la verdaderamente la apoyaron en el continente, hicieron lo que tenían que hacer. En esas difíciles condiciones de un alto mando traidor e inepto, tuvieron una derrota digna en la batalla de Malvinas. Lo reconoció el jefe de la flota invasora, agregando que ellos estuvieron cerca de perder, que no podrían haber seguido la guerra si se prolongaba. Y quedó al desnudo que la soberbia inglesa no hubiera sido suficiente sin el apoyo de misiles e información yanquis.
La derrota de la batalla de Malvinas no significó la derrota estratégica de la Argentina. La rendición estratégica la realizó Menem, firmando los acuerdos de Londres y Madrid, que establecieron el “paraguas de soberanía” (que pone “en suspenso” la disputa por la soberanía), y que aseguran la protección de las inversiones. Es “el castigo” por haber desafiado el orden imperialista.
El gobierno kirchnerista produjo algunos hechos diplomáticos positivos, y en su discurso reclama la soberanía. Pero esos acuerdos que humillan a la Nación Argentina, siguen intactos, y los bancos y monopolios ingleses radicados en el país siguen protegidos. Es tarea de la clase obrera y el pueblo, y todos los patriotas, barrer esas lacras y golpear el único órgano sensible del imperialismo inglés: sus inversiones.